El 2020 no fue un año fácil para el Perú. Este país, considerado hasta antes de la pandemia de COVID-19, como una como una estrella en ascenso por su desempeño macroeconómico, es una de los países con mayor incidencia y mortalidad por COVID-19 de Latinoamérica el mundo. La pandemia ha afectado profundamente la economía del país, de hecho, Perú es uno de los países más afectados del mundo, con una contracción en el Producto Bruto Interno (PBI) de -12%, en el 2020 según proyecciones de Banco Mundial. Como si esto fuera poco, el Presidente de la república, Marín Vizcarra, enfrentó dos procesos de destitución, vacancia por incapacidad moral organizados desde el Congreso. El segundo proceso, terminó con la destitución del Presidente Vizcarra el 9 de noviembre 2020. Este fue el cuarto proceso de vacancia impulsado desde el Congreso Peruano desde 2016 (los dos primeros fueron contra el Pedro Pablo Kuczynski quién terminó renunciando al cargo en marzo de 2018).
La destitución de Vizcarra, y la toma de poder de un nuevo Ejecutivo, presidido por Manuel Merino, generaron una impresionante ola de protestas a nivel nacional (sobre todo entre el 9 y 15 de noviembre). Estas marchas, sobre todo las organizadas en el centro histórico de Lima, fueron reprimidas utilizando un innecesario y excesivo nivel de violencia por parte de las fuerzas de seguridad tal y como lo ha documentado la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos en un informe publicado en el 2021.
En noviembre, unas semanas después de las marchas me “reuní”, por Zoom (estamos en pandemia) con Carlos León Moya, politólogo, analista político, para conversar sobre sus impresiones de lo que acabábamos de vivir. A continuación les presentó algunos extractos de esta conversación.
Una de las primeras cosas que hablamos fue sobre cómo se llegó a esta situación, y si bien es posible identificar hechos en los últimos años que han contribuido a la crisis, para Carlos hay elementos más recientes que crearon las condiciones para esta tormenta:
Yo me remontaría como para entender esto hasta el año pasado, hasta setiembre del año pasado cuando Vizcarra cierra el Congreso, convoca nuevas elecciones complementarias para el Congreso y comete esta decisión semi suicida de no mandar a su propia bancada (grupo parlamentario), no mandar una lista al Congreso (elecciones de Enero del 2020), pero no manda una lista al Congreso no solamente por un error de cálculo sino también ese es un indicador de la precariedad de la lista política peruana, Vizcarra no tenía partido, su partido PPK no era su partido, era el partido de Pedro Pablo Kuczynski, cuando Pedro Pablo Kuczynski queda vacado se vuelve el partido de Gilbert Violeta, de Salvador Heresi y de Juan Sheput, que era un partido que termina rompiendo con el propio presidente, o sea, el presidente, su partido que son 4 personas termina rompiendo con él, entonces, Vizcarra no tiene partido, Vizcarra no tiene inscripción. Tienes que el presidente más popular en los últimos 20 años no tenía partido y quizás por eso sea tan popular.
Y luego van a nuevas elecciones, tienes un Congreso bastante fragmentado, pero en el cual el propio presidente no tiene una bancada propia, tú podrías decir que el Partido Morado era lo más parecido a una bancada propia, pero no tiene una bancada, entonces ahí institucionalmente lo que te dice la teoría es que esa parte tenía que pagar pato (irle mal), entonces, por angas o por mangas le podía ir mal.
Algo que hay que entender del contexto peruano es que los congresistas actuales, elegido en enero del 2020, a diferencia de sus antecesores, no van a poder ser reelegido, como consecuencia de una reforma constitucional, promovida por el propio Martin Vizcarra, para Carlos esta no reelección, sumada a la crisis del sistema de partidos fueron piezas claves en la destitución de Vizcarra
Me parece que hay otro elemento que es que su comportamiento no tiene sanción inmediata, ellos pueden hacer lo que le dé la gana y no hay problema, ¿por qué?, porque nadie los va a reelegir porque Vizcarra prohibió la reelección, digamos, no la prohibió, hizo un referéndum para que se prohíba la reelección inmediata y esa fue una de las cosas que se prohibió, su intención no era evidentemente ello, su intención era cancelar al cúmulo de personas que salen del Congreso anterior, y era una medida popular, el 80% del país estuvo de acuerdo, quizás más, decir que la reelección estaba bien era una afrenta casi en ese momento, pero varios señalaron con razón que el no permitir la reelección podía ser muy costoso, me parece que este es un ejemplo. Son congresistas que tienen año y 4 meses solamente y tienen casi que aprovechar el poco tiempo que tienen de la mejor manera y una de esas mejores maneras era para algunos intentando vacar al presidente.
Por otra parte, es cierto que en el Perú creo que hasta la mañana del lunes nadie pensaba que iban a vacar a Vizcarra, en buena cuenta porque no tenían los votos y eso se debe a que César Acuña, líder de Alianza para el Progreso había dicho que no iban a votar por la vacancia y a lo largo del día va cambiando esto, va cambiando y al final se voltea. Esa también es otra prueba de la precariedad, por una parte un presidente que no tiene partido y que no tiene bancada logra el acuerdo como un actor político importante como César Acuña, van a Palacio (Palacio de Gobierno, sede del ejecutivo peruano), se reúnen en palacio, logran una pequeña alianza y a las dos semanas la alianza se rompe, según Acuña porque sus congresistas se le sublevaron y le dijeron, “yo voy a votar como quiero, yo quiero votar por la vacancia”, y Acuña ya no pudo hacer más y se sumó, es ridículo, o sea, pero eso te muestra, ese último acto, centrándose en Alianza para el Progreso, tu institucionalidad dependía de un partido cuyo líder no puede sostener su palabra porque ni si quiera puede manejar a su propia bancada, o sea, así de precaria es la situación política, el aire político en el Perú.
Así como muchos no imaginábamos en la mañana del 9 de noviembre la vacancia, tampoco imaginábamos protestas tan grandes a nivel nacional. Esto no estaba en los cálculos del nuevo ejecutivo, presidido por Manuel Merino, que como señala Carlos, no contaba con apoyo ni dentro ni fuera del país.
Creo que si el lunes (9 de noviembre) alguien te preguntaba qué venía, o sea, qué iba a pasar, tu decías, sí, la gente va a salir a las calles y ya está, pero yo creo que nadie se esperaba tal avalancha de gente en las calles a nivel nacional con tantos jóvenes, con tanta fuerza, … la cantidad de gente que ha habido en las calles es la más grande en los últimos 20 años y con componentes especiales, muy joven, por fuera de los partidos, por fuera de los sindicatos, por fuera de las estructuras de antes….
En general, creo que ellos no esperaban un rechazo público de esta magnitud, creo que muchos esperaban, lo que suele pasar en el Perú, que es que la gente rechaza al Congreso y ya está, ¿no?, y no salen a las calles, o sea, las encuestas de opinión de los últimos 20 años son, no quieres al presidente, no quieres al Congreso, pero sigues en tu casa. Lo que ha pasado en esa semana fue, “no quiero al Congreso que tiene ahora el Ejecutivo y salgo a marchar todo el tiempo que pueda y salimos en todo el país”.
Además, era tan débil también este gobierno, digamos, fue tan burdo en su intento de vacancia que Manuel Merino no tenía el apoyo de nadie afuera del Perú y adentro tampoco tenía mucho apoyo, no te apoya la Iglesia Católica, no te apoyan los organismos, entre comillas, independientes, Defensoría del Pueblo sí te apoya, pero luego dice, “bueno, no lo sé”, el único respaldo fuerte que tuvo en su momento fue la policía.
Y es que, como describe Carlos, el ejecutivo de Merino se vio rápidamente aislado, con casi que un único aliado, y es está alianza y la desesperación por mantener el poder, y nuestra herencia autoritaria las que terminan alimentando y permitiendo una represión brutal, y con ello el aumento del rechazo hacia el ejecutivo que termina renunciando. La violenta represión policial acabó con la vida de dos jóvenes protestantes, dejó cientos de heridos, muchos de ellos con lesiones muy serias y permanentes.
Los elementos que a mí me parece que hacen que la furia (de la población) aumente por decirlo de alguna forma son, primero, el nivel de represión, o sea, ellos (el gobierno de Manuel Merino) podrían haberse mantenido sin tanto nivel de represión, han podido hacer que la policía salga y no ataque, si eso hubiese pasado, no habrían sido tan costosas para ellos las marchas… Qué hubiese pasado si estos señores hubiesen decidido no reprimir con esa fuerza, si hubiesen dicho, “no reprimas, contén nomás”?, posiblemente su caída no hubiese sido tan rápida, quizás ni si quiera hubiesen caído porque lo que genera eso )la represión), me parece es más furia, es cierto que temor, genera temor, pero también genera en algunos más decisión, o sea, la gente igual siguió saliendo, la marcha el sábado fue más masiva incluso que la del jueves. Y aparte ese nivel de represión les genera costos hacia adentro, por ejemplo, con las Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas no se quisieron plegar a esas represiones policiales y se mantuvieron al margen hasta el final.
Movilizaciones ciudadanas, tan grandes como las ocurridas en el Perú en noviembre del 2020, llevan a preguntarse, y ahora qué. ¿Se ganó? ¿Qué se ganó? Perú sigue siendo uno de los países más afectados por la pandemía de la COVID-19, tenemos elecciones generales en abril del 2021, y los actores políticos que van a participar son los mismos que tenemos en el actual Legislativo, y que tanto rechazo generan a la población. Como le dije a Carlos, vengo de una generación que salió a marcha a finales del los 90´s y el 2000, y sentimos que recuperamos algo valioso, “la democracia”, “las instituciones”. 20 años después, las cosas no están bien, y como señala Carlos, algo importante de estas protestas es que son mucho más críticos a esta idea de democracia liberal
Hay una diferencia clave entre una y otra (por las movilizaciones del 2000 y 2020) que es la insatisfacción con la democracia, ahora no hay esperanza con la democracia, la recuperas, pero es con lo que te quedas, pero no hay esperanza, hay insatisfacción fuerte y que en los 2000 no era así. Recuerdo en el 2003-2004 en la Católica (Pontificia Universidad Católica del Perú) el rechazo que se le daba a Velasco porque era una dictadura. Y cuando ya han ido pasando los años he visto, en los últimos 15 años, cómo esa generación ha cambiado y en la generación de mi hermana que es 10 años menor que yo, todos sus amigos le tienen como mucho cariño a Velasco, ¿por qué?, porque fue el único que hizo cambios, pero fue dictadura, bueno, pero hizo cambios, eso era impensable en la Católica en el 2003, eso era impensable y eso era como mi indicador Velasco de la insatisfacción con la democracia. La insatisfacción tras 20 años de democracia, es un elemento que no había antes, creo que en el 2000 había más esperanza , es que “bueno ya hemos estado 10 años sin democracia, la hemos recuperado”, o sea, hay libertad de expresión, hay independencia de poderes, en sí no me van a desaparecer si digo algo pues ya está, ¿no?, en cambio ahora es como ¿hay otro tipo de…? ya tengo libertad de prensa, ya tengo independencia de poderes, pero no me basta pues, no me sirve pues porque igual elijo y no me hacen caso, igual roban, igual hacen lo mismo que en los 90 pero con independencia de poderes.
Perú conmemora 200 años de independencia este 2021, en medio de una crisis sanitaria, económica, y política, pero como dice Carlos, las protestas de noviembre nos dan un rayito de esperanza, que tenemos una generación una generación políticamente activa, y con otros valores, que es crítica y exige reformas.